viernes, 23 de agosto de 2013


¿Sabes esa sensación cuando ves por primera vez a una persona y notas algo especial?
Pues eso me pasó a mi el primer día que le vi, él estaba allí, y no se que fue lo que me llevó a fijarme en él, pero me pasé el día mirándole y cuando acabó el día, no hacia otra cosa que pensar en él. No se si era curiosidad, intriga, admiración... solo sé que aquel día el orgullo me impidió acercarme a él.
Meses después volví a verle, mi situación había cambiado un poco, y no se si eso influyó o no, solo sé que cuando lo vi, sentí un cosquilleo recorriendo mi cuerpo, una gran curiosidad por saber como sonaría su voz, tenía unas ganas enormes de conocerlo, de saber cosas de él. Al día siguiente, por fin escuché su voz, que bonita, dulce melodía de mis oídos, no sabía muy bien que me pasaba, pero estaba segura que aquello era algo único.
En los días siguientes nos fuimos haciendo amigos, estaba claro que nos unía un sentimiento muy fuerte, una especie de amistad, algo realmente especial que nos unía cada día. Aquellos mensajes, aquellas tonterías, todos aquellos detalles que para el resto del mundo carecían de importancia para mí tenían un valor incalculable.
Y los meses pasaron, nos fuimos alejando, y pensaba que nada sería igual, que ya no volvería a sentir aquellas mariposas en el estómago... Pero no, regresó a mi vida para darle color, para hacer más bonito mi mundo... Y un día, "aquel día perfecto" llegó, el beso, ese beso que los dos esperábamos. y poco a poco fuimos siendo uno parte del otro, hasta llegar a hoy, dos corazones unidos que laten al mismo compás.

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