
Ha pasado mucho tiempo, pero no es fácil seguir desde que tú no estás.
Cada día, como si nada hubiera pasado, entro en casa con la esperanza de encontrarte allí sentado, en tú rincón. Aún no me acostumbro a que no estés para reñirme por lo despacio que como o porque me entretengo viendo la tele, y sigo pensando que algún día, al entrar, estarás ahí, jugando a las cartas en la mesa de la cocina. Aún tengo la esperanza de que algún día estés ahí para decirme lo mucho que he crecido, porque hace tiempo que no me ves, o me digas que los juegos de antes no eran como los de ahora.
Pero, es que no es fácil asimilar que ya no volveré a verte, que ya no volveré a abrazarte nunca más, me siento tan desprotegida desde que te fuiste, tan indefensa, tan... vulnerable.
Aún recuerdo todos y cada uno de aquellos "enfados", aquellos en los que te ibas a dormir por no aguantarme, pero de los que al día siguiente ya ni te acordabas. Los echo de menos, al igual que echo de menos aquellos juegos que me enseñabas, cada historia que me contabas... te echo tanto de menos.